Martín Lutero fue dirigente de un movimiento conocido como la Reforma, gracias a él ahora muchos podemos tener en nuestras manos la Palabra de Dios al idioma de cada nación.
Lutero emprendió la reforma de los sectores eclesiásticos que le siguieron y que conformaron la primera Iglesia protestante, a la cual dotó de una base teológica.
Basado en la doctrina donde afirmaba que el hombre puede salvarse sólo por su fe y por la gracia de Dios, sin que las buenas obras sean necesarias ni mucho menos suficientes para alcanzar la salvación del alma. Romanos 3:28-30
Lutero defendió la doctrina del “sacerdocio universal”, que implicaba una relación personal directa del individuo con Dios en la cual desaparecía el papel mediador de la Iglesia (1a Pedro 2:9) , privando a ésta de su justificación tradicional; la interpretación de las Sagradas Escrituras no tenía por qué ser un monopolio exclusivo del clero, sino que cualquier creyente podía leer y examinar libremente la Biblia, para lo cual ésta debía ser traducida a idiomas que todos los creyentes pudieran entender.
Martín Lutero fue el hombre de la Biblia. No en vano se desempeñó como profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Wittenberg, donde dictó cursos sobre los Salmos y sobre las epístolas a los Romanos y a los Gálatas. Cuando después de haber clavado sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg lo conminaron para que se retractase de sus enseñanzas, contestó que no lo haría a menos que le demostraran, con base en las Escrituras, que estaba equivocado.
Como traductor de la Biblia a su idioma natal, Lutero contribuyó de manera decisiva a darle configuración al alemán literario de su época. Así lo han señalado los especialistas en la literatura de esa lengua.
Dejó un legado a quienes, con sinceridad, quisieron adorar a Dios con toda libertad, según los dictados de su conciencia y bajo la guía inigualable de las Sagradas Escrituras.
Conocer la Biblia va mucho más allá que sólo repetirla, es sin duda un gran tesoro heredado a los creyentes, la Palabra misma de Dios, escrita por hombres, inspirados por Dios. Leerla no es entenderla con razonamiento humano, es comprenderla través de la revelación del Espíritu Santo.
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia 2a Timoteo 3:16