Ruth tenía un sueño, pero Dios cambiaría completamente sus planes.

Hace unos días tuve la oportunidad de leer por primera vez la biografía de Ruth Bell Graham, una extraordinaria mujer de fe con un llamado muy específico, el cual ella cumplió fielmente, a pesar de que sus sueños y expectativas de vida inicialmente fueran totalmente opuestos a lo que Dios tenía planeado para su vida.

¿Pero quién fué Ruth Bell Graham? Para los muchos despistados como yo, es ni más ni menos que la esposa de Billy Graham, el más grande evangelista de todos los tiempos, un hombre que le ha predicado a más gente que nadie en la historia.

Desde su niñez, Ruth anhelaba servir a Dios como misionera, deseo que surge al nacer, crecer y vivir gran parte de su infancia en una nación tan complicada como lo era en aquel entonces China.

En sus planes no consideraba el hecho de casarse, sin embargo, Dios pensaba diferente y ahí es donde estaba su llamado y el propósito por el cual Dios la había escogido.

Haber descubierto a una mujer como ella me hizo pensar en lo importante que es seguir la voz de Dios, pues aunque tus sueños sean unos, Dios siempre tendrá algo más grande para tu vida, y el de ella, fue estar detrás de la escena en el ministerio de su esposo ayudándole a llevar el evangelio alrededor del mundo, como su más grande consejera y amiga, pero no por ello Dios la había dejado de lado, ya que, durante los largos viajes de su esposo, ella desarrollaba un talento extraordinario que Dios había depositado en ella: escribir. Con él pudo ayudar a desarrollar sermones y libros que hoy día han sido de gran bendición alrededor del mundo a través del ministerio del pastor Billy Graham.

Mujer fuerte y amorosa, cumplió perfectamente su misión en la vida, siendo, además, una maravillosa madre de cinco hijos.

Como verás, un llamado no es necesariamente ser pastor, director de alabanza o profeta de las naciones, etc., tu llamado puede estar ahí mismo, donde en este momento estás leyendo esta breve historia, en tu trabajo, como madre, en tu escuela, en tu profesión, donde sea que Dios te ponga, lo importante es llevar el mensaje de salvación y afianzar la fe de los que amamos y nos rodean.

Eso es ser un instrumento en las manos del Señor.