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Susana Wesley una Madre Asombrosa

 

 “Ninguno puede seguir mi método, si no renuncia al mundo en el sentido más literal.
Hay pocos, si es que los hay, que consagrarían cerca de veinte años del primor de su vida con la esperanza de salvar las almas de sus hijos”.
 “Dame gracia, oh Señor, para ser una cristiana verdadera”,
 “Ayúdame, Señor, a recordar que religión no es estar confinada en una iglesia o en un cuarto, ni es ejercitarse solamente en oración y meditación, sino que es estar siempre en tu presencia”.

Susana Wesley (20 Enero 1669 – 23 Julio 1742) fue la madre de John Wesley y Carlos Wesley. El primero se constituye en el hombre que pudo delinear el carácter de toda una nación más que cualquier otra persona en su generación siendo el fundador del Metodismo. Carlos llegó  a ser uno de los más grandes escritores de himnos de todos los tiempos. Sin embargo, quien tuvo mucho que ver en la formación de estos hombres definitivamente fue Susana.

Ella nació en Inglaterra, año 1669, en un hogar constituido por 25 hijos siendo ella la mayor. Fue criada en un ambiente piadoso. Su padre fue el clérigo Samuel Annesley quien le dio una instrucción excelente permitiéndole permanecer en su estudio cuando muchos de los hombres famosos de la época se reunían allí para discutir temas teológicos y de filosofía.

Fue una mujer inteligente apasionada por los estudios, y de muy joven pudo aprender griego, latín y francés. Mientras que sus compañeras jugaban con muñecas ella meditaba en profundos asuntos espirituales. Algunos la consideran como la “madre del metodismo”, en virtud a sus métodos aplicados para la crianza de sus hijos.

A los 19 años, se casó con Samuel Wesley con el cual tuvo diecinueve hijos de los cuales diez lograron sobrevivir, los otros diez murieron en la infancia. Esta mujer dedicó su vida a la crianza y cuidado de su familia. Ella mantenía la casa, administraba las finanzas (pues su esposo no era buen administrador) y manejaba los esfuerzos campesinos de la familia. Aunque Samuel tuvo que pasar tres meses en prisión enviado por sus acreedores ella nunca desmayó en su labor.

Cuentan sus biógrafos que en realidad era una mujer de naturaleza frágil. La pregunta que nos hacemos es  ¿Cómo encontraba las fuerzas para criar a diez hijos y administrar el hogar?; es que Susana dedicaba cada mañana y en la tarde para estar a solas con Dios, orando y meditando en las Escrituras. Esta decisión la tomó cuando ya tenía nueve hijos no importando lo que sucediese, apenas el reloj sonaba ella se disponía a buscar comunión con Dios. Creemos que sólo así ella podía afrontar la fuerte carga y los problemas del hogar.

Susana tuvo que pasar por muchas pruebas, pasando por la muerte de sus hijos aún en la niñez, con deudas que crecían y con un crédito que disminuía; sin embargo en el aspecto espiritual, tuvo una vida de riquezas y de victoria. Se cuenta que frente a una dura prueba en un momento de su vida ella escribió: “Aunque el hombre nazca para el infortunio, yo todavía creo que han de ser raros los hombres sobre la tierra, considerando todo el transcurso de su vida, que no hayan recibido más misericordia que aflicciones y muchos más placeres que dolor. Todos mis sufrimientos, por el cuidado del Dios omnipotente, cooperaron para promover mi bien espiritual y eterno… ¡Gloria sea a Ti, oh Señor!”

Ella entregó los mejores viente años de su vida a la enseñanza y al cuidado doméstico de sus hijos sin dejar de depositar en todos ellos su pasión por el aprendizaje y por la rectitud. A los sesenta años de edad, su hijo John Wesley le pidió que le diera a conocer sus métodos para la crianza de los hijos, con renuencia ella le contestó: “No me gusta escribir sobre mi forma de enseñar. Creo que no serviría de mucho que alguien supiera cómo yo, que he vivido una vida de retiro por muchos años, empleé mi tiempo y cuidados en criar a mis hijos. Nadie puede, sin renunciar al mundo, en el sentido más literal, llevar a cabo mi método; y hay muy pocos, si es que hay alguien que pudiera dedicarse por entero durante los mejores veinte años de su vida a salvar el alma de sus hijos”.

Desde que sus hijos venían al mundo ella empezaba a entrenar sus voluntades enseñándoles que deberían de obedecer a sus padres.

Ella forjó en los tres varones y siete mujeres, un amor al Señor y por las cosas espirituales aún hasta sus años de madurez. Era tal su sabiduría que su hijo, el pastor John, la buscaba para recibir su consejo. Se cuenta que esta mujer constantemente oraba: “Ayúdame, Señor, a recordar que religión no es estar  confinada en una iglesia o en un cuarto, ni es ejercitarse solamente en oración y meditación, sino que estar siempre en tu presencia”.

Se dice que cuando sus dos hijos: John y Carlos,  fueron enviados como misioneros a los indios en los EE.UU., John le manifestó su preocupación por dejarla ya que ella era de edad avanzada; a lo que ella respondió: “Si tuviese veinte hijos, me alegraría que todos ellos fuesen ocupados así, aunque nunca más los volviese a ver” De entre las muchas cosas que impresionaron a John Wesley de su madre, no podemos dejar de mencionar, de los recuerdos que tenía cuando niño le oía predicar a ella en las noches de domingo para doscientos vecinos que se reunían en la casa pastoral.

Antes de partir, ya en su lecho de muerte, se recuerda que Susana exclamó: “Mi querido Salvador, ¡estás viniendo a socorrerme en los últimos momentos de mi vida!”. Más tarde, estando sus hijos alrededor de su lecho les dijo: “Hijos, tan luego yo haya sido trasladada, canten un salmo de alabanza a Dios”. Así, el 23 de en julio de 1742, Susana Wesley dejó esta tierra para encontrarse con su Señor.

Pro 31:10 Mujer virtuosa,  ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
Pro 31:11  El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias.

Susana Wesley, tenia 10 reglas para educar a sus hijos:

1. Destruye el egoísmo de tus hijos y colabora en la salvación de sus almas.

2. Enséñales a orar tan pronto empiezan a hablar.

3. No les des nada que pidan con lloros, sino lo que pidan con educación.

4. No castigues las faltas que confiesan en seguida y de las que ves que se arrepienten.

5. No permitas que ningún acto pecaminoso pase sin castigo.

6. No castigues nunca al niño dos veces por la misma falta.

7. Alienta y premia la buena conducta.

8. Fomenta el respeto por la propiedad ajena, incluso en las cosas insignificantes.

9. Cumple todas las promesas que hagas a tus hijos.

10. No obligues a trabajar a tus hijos antes de que sepan leer bien.

http://en.wikipedia.org/wiki/Susanna_Wesley

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