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Kathryn Kuhlman – Una historia rodeada de milagros en amistad con el Espíritu Santo

Kathryn Kuhlman, “Yo creo en los milagros”, frase célebre de la reconocida predicadora y evangelista estadounidense quien por poder del Espíritu Santo realizó muchos milagros. Nació el 9 de mayo de 1907, en Concordia, Missouri. De padres alemanes, siendo ella una de los cuatro hijos de éstos.

Su madre era una mujer estricta, por lo que mostró poco amor hacia ella, sin embargo la relación con su padre fue muy diferente, pues había una mayor cercanía y afecto entre ambos. Ella misma se describía como una niña que al ver a su padre cuando llegaba del trabajo corría colgándose de su pierna aferrándose a él. Se dice que a causa de ello, su relación con Dios como Padre, fue muy real.

A la edad de 14 años entregó su vida a Dios en una pequeña iglesia metodista. Acostumbraba contarle todo a su padre. En sus propias palabras, comentó que se lanzó sobre él y le dijo: “Papá… ¡Jesús ha entrado en mi corazón!” Él, sin mostrar ninguna emoción, sólo dijo: “Me alegro”.

A los 16 años, se graduó de la escuela secundaria. Su hermana Myrtle, la mayor, se había casado con el evangelista Everette B. Parrot. En 1924, Myrtle y Kathryn persuadieron a sus padres para que ella viajara con ellos durante el verano.
En ese momento, los Parrott tenían su residencia en Oregon. Sus padres estuvieron de acuerdo que fuera a ayudar..Trabajó con ellos durante ese tiempo, al término del verano ella decide quedarse durante los siguientes 5 años.

Durante su vida relató muchas veces la historia de cómo respondió a lo que parecía ser un llamado soberano proveniente en forma directa del Espíritu Santo, no de ninguna persona.

Ella venía de un trasfondo “religioso”, más que espiritual, ya que las iglesias a las que asistía nunca hacían llamados para recibir la salvación.

Para entonces habían conocido a un renombrado maestro y evangelista, el Dr. Charles S. Price, quien tenía un ministerio de sanidad quien les enseñó sobre el bautismo en el Espíritu Santo. Kathryn trabajaba en la casa para aliviar cualquier carga que su presencia pudiera significar, y pasaba muchas horas leyendo y estudiando la Palabra.

En 1928, los Parrott llegaron a Boise, Idaho. Para este entonces habían adquirido una carpa y tenían una pianista llamada Helen Gulliford.

Poco tiempo después Helen y Kathryn, decidieron separarse de los Parrot. Un pastor de Boise les ofreció la posibilidad de predicar en un pequeño salón de billar que había sido reacondicionado para servir como salón de reuniones. Ese fue el comienzo del “Ministerio Kathryn Kuhlman”.

En 1933 la depresión tenía a la nación en decadencia, sin embargo ella decía que si servimos a un Dios de recursos limitados, entonces estamos sirviendo a un dios equivocado.

Kathryn vivía bajo el principio de la fe, ella sabía el Dios grande que tenía y decidió moverse a lo grande, tal y como lo es Él, confiando plenamente en que la respaldaría.

En 1935, abrió el Tabernáculo del Avivamiento de Denver con un enorme cartel que decía: “LA ORACIÓN CAMBIA LAS COSAS”, durante 4 años, miles de personas llegaban ahí para congregarse todos los días, excepto los lunes.

Llegó un momento de su vida en que tomaría una decisión equivocada. Con engaños, se casó con Borroughs A. Waltrip, pero ella no tenía paz, ante esto ella decide pedir la anulación de su matrimonio. La obra que Kathryn había construido tan diligentemente durante los cinco años anteriores se desintegró con rapidez. Ella fue una gran mujer de Dios, pero lo que la hizo grande fue la decisión de actuar para recuperarse de su error.

Kathryn pasó los siguientes ocho años en completo anonimato en lo que al gran ministerio se refiere. Pero a partir del momento en que tomó su decisión, Kathryn nunca se apartó del llamado de su vida, nunca se desvió de la senda que Dios había trazado para ella.

Ella cuenta el día que se decidió ponerle punto final, un sábado a las cuatro de la tarde: “Morí en ese callejón sin salida. Fue la voluntad de Dios para mi vida”.

“Caminando por allí, con lágrimas corriendo por mis mejillas, por primera vez en mi vida, fui toda de El y nada de mí. Cuando rendí total y completamente todo a Jesús, el Espíritu Santo tomo ese vaso vació, y eso es todo lo que él pide. ¡Ese día fue el amanecer del día más grande de mi vida!”

“El mundo me ha llamado tonta por haberle dado mi vida entera a Alguien que nunca he visto. Sé exactamente lo que voy a decir cuando esté en su presencia. Cuando mire el maravilloso rostro de Jesús, tendré sólo una cosa para decir: ´Lo intenté´. Me entregué lo mejor que pude. Mi redención será completada cuando me encuentre frente a quien lo hizo todo posible”

Comenzó programas de radio y televisión, Kathryn aún oraba principalmente para que las personas fueran salvas. Pero también comenzó a orar e imponer las manos a quienes necesitaban sanidad.

A medida que su ministerio se desarrollaba, Kathryn comenzó a poner menos énfasis en la fe, y más en la soberanía del Espíritu Santo. Era común que los tumores se disolvieran, los cánceres se esfumaban, los ciegos vieran y los sordos oyeran. Las migrañas eran sanadas instantáneamente. Aun los huecos en los dientes eran rellenados por intervención divina. Sería imposible dar una lista de los milagros que se produjeron a través del ministerio de Kathryn.

El último culto de milagros de su ministerio fue realizado en el Auditorio Shrine de Los Ángeles, California, el 16 de noviembre de 1975. Cuando Kathryn abandonaba el auditorio, una empleada de su oficina vio algo que nunca olvidaría. Mientras todos salían, Kathryn caminó en silencio hasta el final de la plataforma. Una vez allí, levantó la cabeza y recorrió lentamente con su mirada todo el auditorio. ¿Sería posible que ella supiera que jamás volvería a pisar la plataforma? ¿Sería posible que en ese momento estuviera despidiéndose de su ministerio terrenal?

Tres semanas después Kathryn agonizaba en el Centro Médico Hillcrest de Tulsa, Oklahoma, después de una operación a corazón abierto. Oral y Evelyn Roberts estuvieron entre las pocas personas a las que se permitió visitar.

Cuando entraron a su cuarto y se acercaron a su cama para orar por su sanidad, Oral recuerda que sucedió algo muy importante. “Cuando Kathryn se dio cuenta de que estábamos allí para orar por su recuperación, extendió sus manos como formando una barrera y las levantó hacia el cielo”. Evelyn Roberts miró a su esposo y dijo: “No quiere que oremos. Quiere irse a casa”.

Su ministerio fue pionero al llevar a una generación al conocimiento del Espíritu Santo. Ella intentó mostrarnos cómo tener comunión con Él, y amarlo. Kathryn verdaderamente tuvo la capacidad de revelarnos el Espíritu Santo como nuestro Amigo.

 

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