Ser Tecnoiglesiólogo va más allá de saber manejar cámaras o consolas. Es entender que la tecnología es un medio para servir, no el centro. Estos cuatro hábitos marcan la diferencia.
1. Servir con dedicación
No se trata de tener lo más caro, sino de cuidar los detalles: preparar bien, llegar con tiempo y entregar lo mejor para que la gente y Dios reciban calidad.
2. Buscar soluciones con ingenio
Los accidentes pasan: cables que fallan, streams que se caen. Lo importante es reaccionar con creatividad, improvisar soluciones prácticas y mantener la calma.
3. Jugar en equipo
El trabajo técnico se potencia cuando se comparte: delegar, confiar y coordinar con otros multiplica el fruto del servicio. No intentes cargarlo todo tú.
4. Usar la tecnología con intención
Cada edición, cada post y cada transmisión debe tener un propósito claro: comunicar el mensaje y conectar con las personas, no solo generar ruido.
👉 Ser Tecnoiglesiólogo no es solo saber de tecnología. Es tener una mentalidad de servicio, creatividad, colaboración y propósito.
Con opciones como el Plan de Acceso Total de Tecnoiglesia, cualquier iglesia, sin importar su tamaño, puede acceder a los recursos y conocimientos necesarios para implementar estas soluciones y alcanzar nuevas alturas en su misión.
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