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4 razones por las que las personas me llevan a no desear aprender o crecer.

En el liderazgo, no se puede enseñar a alguien que no quiere aprender o crecer personalmente. Tal vez lo has intentado.

Una de nuestras tareas como líderes es ayudar a las personas a crecer, e incluso, ayudarlos a aprender nuevas maneras de hacer las cosas mejor y más eficientes para mejorar como individuos, y en última instancia, como equipo. A pesar de que a veces resulte agotador, como líder, seguro has ayudado a algunas personas a desarrollarse. Sin embargo, a veces, pareciera que quieren seguir haciendo las cosas de la misma manera, e incluso continúan cometiendo los mismos errores. Parecen insistir, ciertamente, en no querer abrazar nuevos o mejores principios para su vida.

Esto no sólo lo vemos en el liderazgo. En realidad, es un asunto general con sus vidas y es que es cierto que hay temporadas en que las personas no se encuentran muy dóciles.

Las razones por las cuales alguien no está dispuesto a desarrollarse de forma individual pueden no siempre ser las mismas. De hecho, podrían variar.

Aquí están cuatro razones del por qué la gente no desea aprender o crecer:

 

Piensan que no necesitan aprender nada.

Esto es lo que nos frustra a la mayoría, y que le sucede a mucha gente. Es cierto, la arrogancia es común en el liderazgo, pero también entre aquellos que necesitan ser guiados. Muchos líderes sienten que al estar en cierta posición, son los únicos que pueden hacer el trabajo. Todo el mundo alrededor de ellos puede saber que no es cierto, pero no lo ven. Ellos no se preocupan en aprender de otros, porque no están dispuestos a admitir o ver que tienen algo que aprender. A veces los que todavía tienen mucho que aprender son demasiado orgullosos para admitirlo.

No saben que tienen algo que aprender.

Puede sonar similar, pero en realidad es una razón diferente. Aquí no aplica la arrogancia, sino más bien la ignorancia. Todos hemos estado en algún momento en esa situación. Muchas veces asumimos que tenemos las respuestas. No es que no estemos interesados en aprender más, más bien sabíamos que había algo más que aprender. Es un hecho que entre más adultos, más nos damos cuenta que no sabemos todavía. Esto llega con la madurez y la edad. Parte de ella viene con la experiencia. Sin embargo, muchas veces creemos que no necesitamos saber nada nuevo, porque no vemos suficientes agujeros que falten por llenar.

No quieren aprender de ti.

Este es un argumento difícil para los líderes de aceptar, pero en realidad es bastante común. Podría ser un problema de relación, de posición o simplemente un choque de personalidades, pero por alguna razón, hay algo que les impide aprender de ti. He visto especialmente ésta situación cuando el líder fue una vez compañero de la persona a la que ahora está tratando de dirigir. Por otro lado, también se da el caso que como líderes, con temas que se supone, deberíamos saber, no siempre es así. Se necesita ser una persona muy humilde para aprender de aquellos a quienes tú mismo estás formando o dirigiendo.

Quieren aprender por su cuenta.

No hay nada malo con esto, siempre y cuando se mantengan enseñables. De hecho, se les debería alentar a veces a que lo hagan. Algunas de las mejores lecciones de la vida vienen de intentar algo, con éxito o sin él. Si no están siendo arrogantes, es bueno darles la libertad para explorar independiente de ti. Esto les ayudará a ellos y la organización en el ministerio o iglesia.

Pero, independientemente de la razón, no se puede enseñar a alguien que no quiere ser impulsado o ayudado en su desarrollo por su líder.

Es por esto que los mejores líderes, los mejores maestros, tal vez incluso los mejores padres, dedican la mayor parte de su tiempo motivando al discípulo o al alumno, ya que ellos no tienen la voluntad de ser enseñados.

¿Cómo haces eso?

Aquí están cinco sugerencias si quieres que la gente te escuche:

Valorar a la persona.

Nadie sigue a alguien, aunque tengan cierta autoridad o nivel en el liderazgo, si no les demuestran que se preocupan por ellos. Zig Ziglar tiene una famosa frase: “A la gente no le importa cuánto sabes hasta que sepan cuánto te interesas por ellos” y es cierto. No puedes esperar que la gente quiera aprender de ti, sino tienen claro tu real interés hacia ellos y si realmente te preocupas personalmente por ellos, y no por lo que puedan hacer por ti, por la iglesia o el ministerio.

Ofrece una gran visión.

Tenemos que darle a la gente algo digno de seguir. Tienes que hacer que se extiendan, que se ensanchen, pidiéndoles su máximo esfuerzo, sin permitir que se corra el riesgo de que la meta puesta, se vea inalcanzable; con fe y arduo trabajo se logrará. Cuando saben que hay un rayo de esperanza a la línea de meta, ellos estarán más dispuestos a aprender y a hacer lo que se necesita para alcanzar dicho objetivo.

Recordarlo constantemente.

La mejor visión se puede desvanecer con el tiempo. La gente se aburre. El Pastor Andy Stanley usa esta frase “Fugas de Visión”. Si quieres mantener el interés en la visión, tienes que recordarles frecuentemente por qué razón hacen lo que están haciendo.

Cuenta historias convincentes.

La gente se motiva con el ejemplo. Ellos quieren saber que lo que están haciendo hace la diferencia. La gente va a ser más productiva si saben que están dando su tiempo a algo de valor y de real importancia.

Comparte la recompensa.

Las personas sólo se sienten valorados cuando llegan a celebrar la victoria. Si todo el reconocimiento va al líder, el seguidor, en algún grado, se sentirá usado. Si quieres que la gente te siga escuchando, comparte con ellos el crédito. Celebrar a menudo.

 

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