DestacadosMinisterioMúsica techbroda junio 27, 2017
No existe el líder de alabanza y adoración perfecto. De entre los líderes de alabanza más experimentados, a los más nuevos y más verdes, los errores son inevitables y parte del proceso de maduración. Somos personas imperfectas, trabajando junto a otras personas imperfectas, tocando instrumentos musicales y cantando canciones imperfectamente, con una congregación de hombres y mujeres que también son imperfectos.
Así que nuestro objetivo no es convertirnos en líderes alabanza impecables que nunca cometen errores. Nuestra meta es simplemente seguir siendo humildes en nuestra conciencia de nuestra imperfección, y seguir creciendo, para poder dirigir efectivamente a nuestras congregaciones a través de Jesús en el poder del Espíritu, no en nuestras fuerzas o en nuestro propio profesionalismo.
Con esta idea, aquí están ocho de los errores más comunes que he observado en mi propio ministerio, y he recopilado a través de amistades y experiencias con muchos otros líderes de alabanza y adoración:
Basar nuestra autoestima e identidad en nuestro desempeño
Nos sentimos bien sobre nosotros mismos después de un buen servicio, y mal sobre nosotros mismos después de un mal servicio. Necesitamos resistir a esta tentación -todo los domingos- y siempre basar nuestra identidad y nuestro valor en la realidad de siempre estar escondidos en Cristo.
Poner demasiada de nuestra personalidad en nuestro desempeño
Los líderes de alabanza y adoración a veces pueden cometer el error de permitir que gran parte de su personalidad, sonido, apariencia y presencia escénica sobresalgan en la plataforma y así las personas en la congregación obtengan una indirecta sutil de poner su atención en ellos. Los líderes de alabanza y adoración, sin dejar a un lado su personalidad, deben de concentrarse en la tarea principal: ayudar a la congregación a enfocarse en Dios.
Cantar demasiadas canciones nuevas
Este es otro error grande y demasiado común. Demasiadas canciones nuevas en un servicio, o en setlist, pueden tener un impacto perjudicial en la capacidad la congregación para participar en la adoración. Cada líder debe de construir un sólido repertorio de canciones, basadas en canciones o himnos clásicos, y disfrutar de las mejores canciones modernas. Añadir una o dos canciones nuevas al mes a ese repertorio es lo más realista.
Cantar canciones con tonos demasiados altos
La mayoría de la gente no quiere (y no puede) cantar canciones que estén en los tonos de de Mi, Fa y Sol. Simplemente no pueden hacerlo. Aunque obviamente existen excepciones, debemos de estar conscientes de esto, y estar dispuestos a tomar el tiempo extra para cambiar el todo de las canciones para cantarlas en rangos más llamativos, esto ayudará a tu congregación y resultará en un canto más fuerte.
Mantenerte en tu zona de confort
¿Qué riesgos está tomando? ¿a dónde estás impulsando a tus músicos? Si tu equipo de alabanza, coro y congregación sigue cantando las mismas canciones, casi de la misma manera, con prácticamente la misma instrumentación, entonces puedes estar cometiendo el error de caer en una zona de confort. Date cuenta de que puedes crear cosas nuevas y de añadir frescura a lo que haces para Dios recuerda que su “grandeza es inescrutable” (Salmo 145).
Tratar de ser demasiado creativo… Demasiado.
Por otro lado, un error común es el de ser más creativo, más inventivo, más vanguardista y más diferente que la semana pasada, la pasada Semana Santa o la última Navidad. Algunos líderes de alabanza se quedan atrapados en un vórtice de búsqueda de relevancia/creatividad y eventualmente pierden su rumbo. Si este eres tu, da un paso atrás, regresa a lo básico y descansa en la buena noticia de que, el centro de la adoración, es un llamado a ser consistente, fiel, confiable y pastoralmente persistente en ayudar a la congregación a cantar, y ver a Jesucristo, de domingo a domingo.
Permitir que nuestras heridas nos endurezcan
Con el tiempo, incluso en las iglesias más saludables con los voluntarios más amables y una respetable congregación, los líderes de la adoración terminan sintiéndose deprimidos, tristes u ofendidos. Tal vez se lance una campaña crítica completa contra ti, o tal vez es sólo una persona que siempre te esta criticando. Cualquiera que sea el caso, cada líder de alabanza y adoración puede ser herido. No podemos cambiar esto. Pero cometemos un error cuando permitimos que esas heridas nos endurezcan, de modo que nos enojamos, o nos resentimos, o nos retiramos del ministerio. La buena noticia es que le pertenecemos a Jesucristo, sabiendo que nos llama, nos equipa, nos protege y nos acompaña, nos permite operar en el ministerio tanto en los buenos tiempos como en los tiempos difíciles.
Basar nuestra valoración de la alabanza y adoración en lo que vemos con nuestros ojos
Muchas manos levantadas = adoración exitosa. Ningunas manos levantadas = la adoración no funcionó. Lamentablemente, esa es una forma demasiado común en la que muchos líderes de adoración pueden tender a evaluar un servicio. Miramos a una congregación, y hacemos una evaluación rápida, que puede o no tener ninguna base en la realidad, especialmente en una realidad invisible y espiritual que no podemos ver con nuestros ojos, y nos apegamos a eso. No estoy diciendo que no debemos mirar a nuestra congregación, o que no podemos decir mucho por lo que vemos. Ciertamente deberíamos, y ciertamente podemos.
Pero nunca olvides esto: No tienes idea de lo que está sucediendo en el corazón de la gente, no puedes saber todo lo que Dios está haciendo, y lo más probable es que nunca sepas a corto o largo plazo el impacto de tu liderazgo fiel en la vida de las personas en las cuales con el transcurso de los años, domingo tras domingo, les enseñaste a adorar y a proclamar las buenas nuevas del evangelio. No cometas el error de hacer una evaluación rápida en lo que sucede en las reuniones que presides. Dios es como un jardinero, no un artista de Photoshop. Por lo tanto planta semillas, ponles agua, arranca la maleza, disfruta de los frutos, poda cuando sea necesario y repite según sea necesario. Esa es la realidad del ministerio, y cada líder de alabanza y adoración en el mundo, desde el más experimentado hasta el más aficionado, siempre debe de recordar esto.
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