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Muchos de nosotros seguramente alguna vez hemos escuchado la expresión “No siembres cizaña”.. o hemos leído la parábola del trigo y la cizaña que Jesús enseño a sus discípulos en Mateo 13:24. Quiero hablarles un poco acerca de este tema, estoy consciente que no hay nadie mejor que Jesús para explicar este tema, pero me gustaría dar mi punto de vista, antes les hablare un poco acerca de estas plantas.

El trigo y la cizaña pueden crecer en un mismo espacio de tierra, en un mismo sembradío. Un agricultor siembra trigo pero no va a notar la cizaña hasta el tiempo de la cosecha. Los frutos del trigo harán la diferencia. La cizaña roba el agua y los minerales destinados para el trigo, dificulta su crecimiento y su fruto es amargo. Algo lógico sería arrancar de raíz la cizaña para impedir el daño al trigo, pero muchas veces sus raíces se unen y corres el riesgo de arrancar ambas.

Haciendo una comparación al ser humano, el trigo es una semilla sembrada por Dios, la cizaña por parte del enemigo, un intento de reprimir el cumplimiento de la obra de Dios en nosotros.

Debemos entender que a veces debemos soportar el proceso de crecimiento espiritual el cual a veces esta lleno de situaciones que nos intentan ahogar. Jesús dijo lo siguiente: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega”(Mateo 13:30) ¡Dejad crecer! Esto significa que hasta las cosas malas hay que dejarlas madurar por razones de estrategia por parte de Dios.

Al mentalizarnos y al aprender a soportar esto, lograremos dar buen fruto y no morir asfixiados por los problemas. Al final, “por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16) y nuestro fruto ha de ser dulce a pesar de haber crecido a la par de una planta de fruto amargo. Dios no va a dejar que sea contaminado. Nada, lee bien… ¡NADA! Puede impedir que lo que Dios ha encomendado para tu vida se cumpla. Hay que enfocarnos en aguantar el proceso, el cual puede resultar incómodo o doloroso, pero al final habrán razones para gozarnos, porque la cizaña será atada para ser quemada y nosotros iremos directo al granero, a la casa de Papá.

 

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