Todos hablan del Titanic, pero, ¿conocemos la gran obra que hizo en ese entonces el CARPATHIA?, el buque transatlántico de la naviera Cunard Line, que en 1912 rescató, acobijó, y atendió tal como Jesús lo haría, a los 705 sobrevivientes del hundimiento.
El Carpathia se dirigía hacia Croacia, pero al escuchar la voz de auxilio desde el Titanic, tomaron la decisión de cambiar el rumbo para ir hacia su rescate.
Ésta embarcación tuvo que atravesar zonas de mucho peligro, logrando llegar dos horas después del hundimiento. Por compasión y solidaridad, antepusieron la gran necesidad de la vida de quienes aún estaban en peligro de muerte, por encima de sus propias vidas.
Mientras llegaban al lugar, comenzaron a preparar alimento abundante y alistaron sus camas para cedérselas a los que les esperaban en aquellas heladas aguas. Tanto el capitán como la tripulación del Carpathia, amaron, abrazaron y consolaron a los náufragos sobrevivientes del Titanic.
Sin profundizar tanto en esta historia, se darán cuenta de lo importante que fue que ellos hayan decidido atender a ese llamado de auxilio, ya que si el Carpathia no hubiera cambiado de dirección, tal vez nadie más les habría dado la oportunidad de cambiar sus destinos.
Esto es lo que Jesús quiere de nosotros, que tengamos un corazón conforme al de Dios, que como cristianos seamos compasivos y tengamos la capacidad de amar, y estemos tan llenos del Espíritu Santo, que tengamos así mismo, la capacidad de reaccionar ante la necesidad de la gente que necesita oír de Buenas Noticias, para que sus vidas sean rescatadas del mundo y sus aflicciones, conflictos, o cualquier circunstancia terrible que estén atravesando. Pero sobre todo, para que la salvación llegue a sus vidas y las de sus familias.
Sean compasivos, así como su Padre es compasivo. Lucas 6:3