En las Sagradas Escrituras podemos ver como Dios hizo pactos con Abram (Abraham) en varias ocasiones. Primero en Génesis 12:2: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.” Fue entonces cuando Abram creyendo en esta promesa, sale de la tierra de Harán para dirigirse a la Tierra Prometida. Pero, aún luego de llegar a Canaán, nada sucedió, entonces Abram comienza a dudar. Ante esto Dios se compadece y le responde mostrándole las estrellas del cielo, y haciendo otro pacto con él. Génesis 15:1-6. “Y lo llevó afuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Creyó a Jehová y le fue contado por justicia”.
Sin embargo Dios le habla de las difíciles pruebas que vendrían para el futuro. Sus descendientes serían esclavos en una tierra ajena por cuatrocientos años antes de ser liberados y pasar a tomar posesión de la tierra prometida; saliendo con gran riqueza. Génesis 15:14.
Posteriormente podemos ver como en Génesis 17, Dios confirma Su promesa una vez más, teniendo un encuentro con Abram cara a cara. Como señal de este pacto Abram es circuncidado.
Dios cambió el nombre de Abram, por el de Abraham, que significa “padre de muchedumbre”, y el nombre de su esposa Sarai por el de Sara. Dios decide darles nombres nuevos no sólo como señal del pacto, sino para darles un glorioso nuevo comienzo.
Si lees más a fondo esta historia, te darás cuenta como Dios cumplió cada uno de los pactos que hizo con Abraham hasta el día de hoy.
Yo te invito a que rindas tu corazón a Dios, sé un hombre o una mujer de fe, y deja que Él le de rumbo y un nuevo destino a tu vida. El Señor está deseoso de poder mostrarse ante ti y bendecirte. Ábrele hoy las puertas de tu corazón, recibe a Jesús como tu único Señor y Salvador y las promesas de Dios alcanzarán no sólo tu vida, sino que se extenderán de generación en generación.