En el mes de agosto del año 1963, el mundo asistía al nacimiento del revolucionario casete de cinta magnética, el objeto tecnológico que cambiaría para siempre la historia de la música y el video. Surgió como respuesta a los múltiples proyectos de la época que intentaron soslayar los inconvenientes de tamaño, costo y fragilidad que por entonces representaba el uso del magnetófono a cinta abierta.
Su desarrollo, a cargo de la compañía holandesa Philips, estuvo liderado por el célebre ingeniero Lou Ottens, quien hoy, a sus 87 años de edad, ya no puede recordar cuál fue el primer audio registrado con el nuevo formato, pero sí recuerda muy bien lo que vino después. Su evolución fue paulatina: en 1970, aún poseía una demanda moderada en comparación con el vinilo. Tras la mejora introducida en la calidad del sonido, y la incorporación de caseteras en los centros musicales hogareños, su uso comenzó a masificarse.
Hacia el año 1990, a raíz de la aparición del Walkman y los equipos mini-componentes Hi-Fi con doble casetera, fue posible duplicar instantáneamente una obra musical y escucharla en cualquier momento y lugar.
A 50 años de su invención y tras la irrupción de la era digital, el casete ha caído prácticamente en desuso, si bien se mantiene incólume en algunos nichos muy especializados de trabajo y, sobre todo, en las extensas colecciones de los fanáticos alrededor del mundo.
Fuente: History