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El cuerpo de Cristo y sus funciones

Nuestro cuerpo, es maravilloso, la verdad, es que es perfecto, la función que realiza cada miembro es increíble y necesaria para que podamos tener una vida de calidad y funcional.

 El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo.  Así también Cristo. Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.

Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.  Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler. Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en el sitio que mejor le pareció Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo.  Lo cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo sólo es uno.

El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni la cabeza puede decirles a los pies: «No los necesito.» Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los que más se necesitan;  y los miembros del cuerpo que menos estimamos, son los que vestimos con más cuidado. Y los miembros que consideramos menos presentables, son los que tratamos con más modestia, lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Dios arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor, para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros.  

Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría.

Pues bien, ustedes (iglesia) son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular. 1 Corintios 12:12-27

Dios te ha llamado a servir en tu iglesia o fuera de ella, porque todo lo que tú eres y hay en ti, le pertenece a Él, ¡Eres especial para Dios!, y te ha ungido para cumplir con un propósito único y especial, pero como parte del Cuerpo de Cristo.

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