Cuando una persona realiza un buen negocio, obtiene un beneficio económico de manera fácil y con rapidez o aprovecha la ocasión oportuna para ello, se dice que “ha hecho su agosto”.
Los expertos aseguran que el origen de esta popular expresión es muy antiguo y que surgió con toda seguridad en el medio rural, concretamente entre los agricultores. Parece ser que el dicho “hacer el agosto” alude a la recolección de cereales, aceitunas, uvas y otros frutos del campo durante la época más fructífera -la estival- y, por extensión, a los beneficios que se obtienen de la venta de una buena cosecha.
Antiguamente se decía “hacer su agosto y su vendimia”, tal vez por reminiscencia de un viejo refrán que sentenciaba: “Agosto y vendimia no es cada día, y sí cada año, unos con provecho y otros con daño”.
La Palabra de Dios nos dice que el que siembre en buena tierra cosechará buen fruto: Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. Mateo 13:23
Esta parábola se refiere a nuestra vida espiritual, y, podemos ver cómo es importante estar bien cimentados en la Palabra de Dios, pues eso hará que no claudiquemos ante nuestra fe y vivamos una vida cristiana cimentada en la Roca que es Jesucristo, pues ello nos llevara a tener una vida con pasos firmes y las circunstancias de la vida, cualquiera que se presente, ya sea de forma fortuita o prevista, no nos moverá ante la convicción del Dios vivo al cual hemos creído. Entonces la cosecha que veremos en nuestra vida será buena y abundante no sólo de un mes sino en toda nuestra vida, asegurando un presente y futuro fructíferos.