¡Acá de regreso mis queridos Tecnoiglesiologos! Esperando que éste post sea de bendición para tu vida y ministerio, el cual contiene algunos consejos prácticos que sin duda resaltarán tus momentos de adoración personales y/o en tu congregación. ¡Vámonos…!
¡DIOS HABITA EN MEDIO DE NUESTRA ALABANZA!
Sin duda nuestros momentos de alabanza y adoración ya son especiales porque Dios habita ahí…
«Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.»
Salmos 22:3
Y si Dios está ahí, ¿por qué pareciera que nuestra alabanza y adoración congregacional está más enfocada en nosotros que en Él?
– ¡Al hacer nuestra lista de canciones enfocada en temas que a nosotros nos gustan y no a Él!
– ¡Al interpretar más temas rítmicos de alabanza y solo uno o dos de adoración!
– ¡Al limitar estos momentos a 20 o 25 minutos solamente!
Ahora, tampoco digo que nos tomemos un tiempo maratónico pero, si que le demos el tiempo justo y necesario a Él más que a nosotros. Que Dios quede satisfecho, al final él es el Dueño y Señor de la Casa. (Ahora entiendo tambien que muchas iglesias están limitadas por tener varias reuniones y una tras otra, pero, eso no debería de limitar estos conceptos: ¡acomodemos nuestras listas al tiempo marcado dandole prioridad a Él más que a otras actividades como avisos, testimonios, etc…!)
¡HAGAMOS DE NUESTRA ADORACIÓN SU MOMENTO!
Llega un momento preciso en el que después de llevar a la iglesia a una alabanza explosiva y fiestera podemos tomar tiempo para entonar temas románticos de adoración a Dios. Momento donde llevamos a la iglesia a un encuentro más íntimos y personal, a un tiempo cara a Cara.
Es ahí donde podemos hacer que esos momentos sean más especiales, ¿cómo? Leemos…
«Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche, En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa.»
Salmos 92:1-3
No hay un manual que nos indique un órden específico de cuanto exactamente hacer ésto pero, después del primer tema de adoración, del segundo o del tercero, es bueno llegar ahí. A esos momentos donde básicamente en un tono suave… Dulce, tierno… Simplemente nos deleitamos en Su Presencia y esperamos… Y esperamos… Y esperamos. Sin prisa… Sin miedo… Y sin decir nada. Porqué será justo ahí, en ese hermoso ambiente donde surgirán los cánticos nuevos, las palabras proféticas y las sanidades y milagros. Un momento donde Él hablará, tocará y bendecirá a sus hijos. Una respuesta de la Presencia de Dios a la alabanza y adoración de su pueblo. Algo que sin duda, hará la diferencia en nuestras reuniones o momentos íntimos.
«Vengan, adoremos e inclinémonos. Arrodillémonos delante del Señoe, nuestro creador, porque él es nuestro Dios. Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado. ¡Si tan solo escucharan hoy su voz!»
Salmos 95:6-7 NTV
No olvidemos que lo especial no es solo la banda de alabanza, ni la música, ni la multimedia o el equipo de sonido (aunque sin duda ayudan) sino Su Presencia. ¡Entonces démosle espacio! Y su tiempo. Que podamos escuchar su voz en medio nuestro.
Esto hará que tus momentos de alabanza y adoración sean más especiales.
¡Dios contigo!