Mujeres que a partir de los 30 a 35 años que aún no han tenido hijos, comienzan a pensar en su fertilidad. Con o sin pareja estable, saben que comenzó a correr el tiempo, sonando la alarma de su “reloj biológico”.
En muchos casos, esto hace sentir menospreciada y desvalorizada su femineidad al no tener hijos; y ante ésta necesidad, recurren a la Inseminación artificial, método de reproducción asistida que consiste en el depósito de espermatozoides de manera no natural en la mujer mediante instrumental especializado.
Pero paremos un momento aquí, y veamos lo que la Palabra de Dios nos dice ante esto.
Primero, Dios creó al hombre y a la mujer, y les dijo: Fructificad y multiplicaos Génesis 1:28.
Ante esto, vemos como está en el corazón de Dios que tú mujer, seas mamá, y ha sido desde un inicio su deseo que el ser humano se reproduzca y tenga la bella experiencia de ser padres.
Segundo, no debemos olvidar que Dios es un Dios de orden y que el ser padres debe ser dentro del matrimonio Génesis 18:24
No cabe duda que esta capacidad que Dios nos ha dado a las mujeres de engendrar y crear un ser humano es maravilloso como experiencia emocional, física y vincular, y tú puedes ser una de ellas.
Es bueno buscar alternativas médicas que te ayuden a lograrlo, sin embargo, no olvides que en Dios está el poder de hacer milagros así como lo hizo con Sara, y él puede hacerlo, de nuevo y en tu vida.
Sin embargo es sabido que muchas veces el estrés y aún situaciones de índole espiritual generacional podrían estar deteniendo esta bendición en tu vida.
Te invitamos a meditar en ello y a poner toda tu confianza en Dios, descansa en su presencia y ahí ve que cosas son las que han impedido que esto que tanto anhelas pueda ser una realidad en ti, somételo en oración, él te puede sorprender hoy.