Que haya teléfonos con 13 megapíxeles es una mala noticia para la industria clásica de la fotografía. Internet y el smartphone han matado la cámara barata, como antes la cámara digital mató a la analógica. Pero desde hace un par de años, la industria levanta la cabeza gracias a los buenos aficionados y a las cámaras digitales de calidad, con objetivos intercambiables, y unos precios que casi siempre rondan los mil euros (15.915 pesos mexicanos). Menos ventas, pero con mayores márgenes. Así el segmento medio está comiendo terreno, por su precio, a las máquinas destinadas a los que se inician en la fotografía y, por prestaciones, a los modelos diseñados para profesionales.
Una de las razones de que ese fenómeno se esté produciendo es la madurez que han alcanzado las cámaras sin espejo de objetivos intercambiables, las denominadas Evil. También influye el abaratamiento de las máquinas réflex con sensores de imagen del mismo tamaño que un negativo de 35mm (las denominadas full frame). Desde hace unos meses dos cámaras que usan esa tecnología, la Nikon D600 y la Canon 6D, no aparecen en los catálogos destinados a profesionales de sus fabricantes. Algo que era impensable hasta hace muy poco.
Por eso no es de extrañar que los que buscan un equipo fotográfico semiprofesional tiemblen ante la enorme variedad de modelos que pueden encontrar ahora mismo en los escaparates. Pero de entre toda esa enorme oferta hay cuatro máquinas que despuntan por diferentes motivos. Se trata de dos réflex (la Nikon D7100 y la Pentax K30) y dos Evil (la Fuji X-E1 y la Olympus OM-D E-M5), máquinas con precios que oscilan entre los 600 euros (9.549 pesos mexicanos) y los 1.500 (23.873 pesos mexicanos) euros .
Fuente: El País