Para que deje de ser sólo música, necesitamos al Espíritu Santo en la iglesia. No, el Espíritu Santo no es el sintetizador.
En las últimas décadas, los sonidos ambientales se han hecho omnipresentes en las reuniones de la iglesia. Los servicios suelen comenzar con un sintetizador para que después cada canción se vaya conectando a la siguiente con pegamento musical; “colchones sintéticos” van sonando suavemente detrás de la oración, en la lectura de la Biblia, las introducciones de las canciones, y, en algunos casos, la predicación. Si usted no tiene a alguien que sepa producir los sonidos necesarios de fondo, no se preocupe, en todas las teclas hay “pads” de culto disponibles para suavizar las transiciones.
La pregunta es: ¿Qué está sucediendo con la alabanza y la adoración?
La música y la presencia de Dios.
A menudo, vemos una fuerte conexión entre la música y el Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras. Mucho antes de que David fuera rey, en su juventud, fue llevado ante Saúl en diversas ocasiones para calmarlo mientras éste tocaba su arpa, ya que era atormentado por un espíritu malo. (1 Samuel 16:23). Por otro lado Eliseo, no fue capaz de profetizar hasta que un músico fue llevado a la misma habitación y empezó a tocar. (2 Reyes 3:14-16). Los profetas del Antiguo Testamento fueron acompañados regularmente por los instrumentos musicales (1 Samuel 10:5; 1 Crónicas 25:1). Los muros de Jericó cayeron por el sonido de las trompetas y el grito que el pueblo de Israel levantó a gran voz. (Josué 6:20). En el Nuevo Testamento, se nos dice que debemos ser llenos del Espíritu Santo y entonces así cantar salmos, himnos y cánticos espirituales:
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:18-20
Esto explica por qué la gente suele sentir la presencia de Dios de una manera más grande y profunda en medio de las alabanzas y la adoración de la congregación.
Cuando el Espíritu Santo fluye, el sonido de los creyentes al adorar y al levantar sus voces para proclamar la grandeza de Dios y la gloria de Jesucristo, nos hace más conscientes de la bondad, la majestad y la cercanía de Dios.
Siempre que la música y la presencia del Espíritu Santo estén relacionadas, la verdad es que nunca operará de la misma manera sobre nosotros. Este es el caso de lo que sucedía con David y Saúl, porque mientras que en un punto su arpa lo consolaba, en otra ocasión, ésta misma, provocó que lo llevara a desear clavar a David con una lanza en la pared. (1 Samuel 18: 10-11).
Útil vs Necesario.
La música es un medio. Dios es la fuente. Dios a menudo utiliza medios físicos para hacer su trabajo. Pero, cuando empezamos a ver este medio de gracia como una “necesidad” para el culto, puede ser tomado sutilmente sobre las características del mediador:
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre… (1 Timoteo 2:5).
Creemos que ciertos sonidos musicales nos permiten experimentar la presencia de Dios. Al igual que, la vez que un líder me dijo que la melodía del sintetizador que estaba yo tocando le “habían traído sanidad.” No estoy seguro de cómo se llegó a esta conclusión.
Dios puede usar la música como escenario para manifestar su presencia, pero no es que Él necesite la música para hacerlo. Hay una gran diferencia entre que la música sea algo que Dios use, a algo que necesite.
En conclusión, es el Espíritu Santo quien nos revela la presencia de Dios, ya sea a través de la predicación o los diversos dones espirituales, y no sólo a través de la reproducción musical:
Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:3-5
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 1 Corintios 12:4-7
Fuente: ChurchLeaders