Muchas veces nos olvidamos de la inmensa herencia que tenemos como hijos de Dios y herederos junto con Cristo, somos humanos pero también somos eternos, nos espera una gloria inmensa que nada ni nadie puede explicar. Tu y yo somos personas con necesidades físicas, psicológicas, espirituales, mentales, pero se nos olvida que nuestra necesidad suprema es Dios, nada produce más satisfacción que cuando entiendes que el Creador de todo el Universo te ama, confía y habita en ti, que te dice: “Confía en mi hijo mío, ¡CONFÍA!”.
¿De que sirve ganarse al mundo entero si se pierde la vida? (Mateo 16:26), ¡NO TE RINDAS! ¿Qué no sabes que está vida es preparación para la próxima? ¡Está vida es temporal!
No sirve de nada estar amargado, quejumbroso, celoso, flojo, deprimido, ansioso, porque eso no te trae nada más que dolor y frustración, son solo distracciones que enfocas en tu mente para evitar futuros conflictos que no estás dispuesto a enfrentar y soportar, controlando todo al tu alrededor como si la Tierra girara en torno a ti. ¡No claudiques! ¡No desperdicies más tiempo! ¡No procrastines!
Dios los bendiga a todos. ¡CONFIEMOS EN DIOS!