Te has preguntado: Acaso, ¿será que Dios se olvidó o se arrepintió de las promesas que me dio? Estos diálogos internos, solemos tenerlos cuando vemos que pasa el tiempo y aparentemente no pasa nada de lo que Dios nos dijo, sin embargo, en la Biblia encontramos lo siguiente:
El Señor frustra los planes de las naciones y hace fracasar todas sus intrigas. Pero los planes del Señor se mantienen firmes para siempre; sus propósitos nunca serán frustrados. Salmos 33:10-15 NTV
Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. 2 Corintios 1:20
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá? Números 23:19
Como verán, Dios nos asegura que todo lo que Él dice y promete lo cumplirá y nos aclara que se mantiene firme en sus promesas, sólo tenemos que aprender a esperar a que ello ocurra. Pero, ¿qué es la espera? En el diccionario encontré la siguiente definición:
ESPERAR:
- Tener esperanza de conseguir lo que se desea.
- Espera, aprobar.
- Creer que ha de suceder alguna cosa.
- Desear que algo ocurra
- Aguardar, permanecer, quedarse, aguantar, PERSEVERAR
- CONFIAR, ilusionarse, desear, CREER, suponer, CONCEBIR.
Algunas otras definiciones de “esperar” o “espera”, también hacen referencia a la Esperanza:
Confianza, seguridad, certidumbre, creencia, PROMESA, perspectiva, ilusión, FE.
Muy parecido a la fe, ¿cierto?
La verdad es que, la espera hoy en día puede resultar desesperante, e incluso, si no se cumple lo que deseamos en el tiempo que esperamos, nos puede causar frustración y hasta una profunda depresión, y, esto es porque no logramos entender que aún no es el tiempo de que ciertas cosas lleguen a nuestras vidas, por lo que debemos aguardar con paciencia, sin dudar y creyendo que vendrán.
Si aprendemos todo esto, nos será de mucha bendición en todas las áreas de nuestra vida. Yo, estoy en ese proceso, pero es con la ayuda del Espíritu Santo que podemos hacerlo.
Así que, no demos lugar a sentimientos o pensamientos negativos. Tenemos que discernir que en muchas ocasiones el enemigo es quien ataca a nuestra mente de manera constante para desalentarnos y que dejemos de confiar en el Señor o estorbarnos para ser bendecidos. Si Dios te lo dijo, así será.
Un ejemplo que escuche muy bueno sobre este tema es sobre el fruto y lo explica así:
Si pasamos frente a un manzano, posiblemente se nos antoje comernos su fruto, pero si aún no está maduro, no podremos comerlo aún. Así que, el hecho de que tengamos ganas de hacerlo, eso no significa que sea bueno, tenemos que esperar el tiempo de maduración. Si lo hacemos antes, seguro nos hará daño. Definitivamente, aunque nos cueste trabajo, es importante esperar en los tiempos de Dios, porque si nosotros nos adelantamos a su voluntad, seguro nos causará daño una decisión tomada fuera de ese tiempo.
Romanos 5:1-5
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Pero, ¿Por qué nos resulta tan difícil poner en práctica esta acción de esperar?
Estamos tan ensimismados en nuestros propios pensamientos, en el correr de la vida, en los cambios constantes de la tecnología, en lo apresurado de las tendencias modernas o las malas noticias; que como cristianos a veces se nos olvida la esencia de alcanzar promesas: La fe y la paciencia; y por ende, adquirir la virtud de la espera que sólo en Cristo Jesús podemos obtener sabiamente.
El proceso celestial de la fe y la paciencia, de pronto se ven alteradas por uno mismo, de tal manera, que hasta lo vemos reflejado en lo natural, y un ejemplo de ello es la producción de los recursos naturales.
Si creemos que de la misma manera vamos a alcanzar una promesa de Dios, alterando su proceso natural, obteniéndolo antes de tiempo, definitivamente no será así, porque esa no es la naturaleza de Dios. Dios en su soberana sabiduría le dio su tiempo justo a todo y el rey Salomón nos lo dice en el libro de Eclesiastés 3: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”.
Es importante que entendamos y aunque nos resulte difícil aceptarlo, todo lleva un proceso, de acuerdo a los hermosos planes de Dios.
En su proceso natural, una cosecha se da después de que primero se sembró la semilla, se abonó, se regó, para que después echara sus raíces, creciera el tallo hasta convertirse en una hermosa flor, árbol o fruto.
Lo mismo sucede con nuestros sueños y anhelos. Muchas veces, Dios requiere de hacernos pasar por un proceso de maduración o preparación. Intentar evadirlo, sólo nos causará más dolor.
Si abrazamos esta naturaleza de Dios, nos será más fácil desarrollar la paciencia, fortalecer nuestra fe y alcanzar cada promesa que Dios nos ha prometido, sin sufrirle.
Recordemos que la bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza con ella. Proverbios 10:22
Nuestra amistad con el Espíritu Santo, nuestra comunión diaria con Dios, nuestro amor por Jesús y la lectura diaria de su Palabra, nos ayudarán a desarrollar una fe inquebrantable y por ende, tendremos una vida llena de victorias y sueños cumplidos en Jesús.