Cualquier músico sabe que para tocar mejor hay que practicar. Todos sabemos que la práctica nos prepara para lograr una mejor interpretación musical, y nos ayuda a aprender nuevos conceptos, progresiones de acordes, patrones, frases musicales, escalas, piezas musicales, etc.
Así que nos pasamos horas repasando estas cosas tratando de obtener el ritmo y sonido correcto, tratando de mejorar nuestra digitación, tratando de asegurar de que todo esté en sincronía para que cuando ese momento llegue durante nuestra interpretación podamos ejecutar correctamente los ritmos, acordes o progresiones con el fin de sorprender a nuestros oyentes con nuestra gran habilidad y capacidad de tocar.
Y de esta forma, hacer que parezca como si todo esto sucede de forma sumamente natural para nosotros. Si tan solo el oyente pudiera escuchar las 50 veces que uno se equivoca hasta que logra hacerlo bien…
El punto es, que todos entendemos el valor de la práctica y de los resultados que provienen de ella. Pero me pregunto… ¿Cuántos de nosotros realmente practicamos la presencia de Dios? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a preparar el corazón para estar en su Presencia? ¿Cuántas veces a la semana pasamos realmente estudiando y profundizando los principios de la Palabra?.
Practica la Presencia de Dios
¿Cuántas horas pasas tratando de asegurarte de que el ritmo de tu alma esté en sintonía con el Espíritu Santo?
Como músicos cristianos, pastores, ministros de alabanza y adoración, debemos entender que la práctica de su presencia es más importante que aprender todos los ritmos, escalas, progresiones, acordes… Su presencia es lo que nos separa de los músicos seculares, porque nosotros creamos el ambiente correcto para que así el cielo visite la Tierra.
Cualquier persona con la buena práctica de un instrumento puede tocar cualquier estilo de música, pero el ingrediente clave que separa al músico del adorador es Su Presencia y Su Unción.
Te invito a que, así como tomas tiempo para practicar el instrumento que tocas, pasa aún más tiempo “practicando la presencia de Dios”, que entres en su habitación, te quedes quieto y conozcas su corazón, puedas escuchar su voz, y de este modo tú podrás experimentar su Presencia cada vez que estés en un escenario, y aún más importante, toda la Gloria siempre se la lleva Él.
Que su presencia sea tu motor, y que cada cosa que hagas sea para que su presencia se manifieste en todo lugar.