El mes pasado estuve en un Congreso donde hoy día se vive el más grande Avivamiento, sin duda una enorme bendición poder estar en un lugar donde no sólo se ve, se respira y se siente, sino que cada día se vive la presencia del Espíritu Santo.
Tremendo ver el hambre de las miles de personas congregadas en aquel lugar; los milagros y señales, siendo toda una realidad. La visión que tenía sobre lo que es vivir un avivamiento esos días rompieron con todos mis esquemas. Estar dentro de esos ríos no te deja lugar para pensar, simplemente te dedicas a adorar.
Pero, ¿qué hay después de que termina un congreso? Un congreso no cambia tu vida, lo que la transforma es tu amistad con el Espíritu Santo, si, la amistad con él. Tu relación diaria con el Padre es lo que va a hacer que permanezca tu vida en un verdadero avivamiento, porque para que haya verdadero fruto de una unción impartida, es tu continua relación en lo secreto con él.
Podrás ir a muchos congresos, podrán orar por ti una y otra vez, profetizarte, imponerte manos verdaderos hombres de Dios, pero sin embargo regresar siendo el mismo. Si deseas que ese fuego que hay en ti no se apague, tienes que pelar tu relación cada día, no lo puedes dejar de lado y esperar que alguien más lo haga por ti, es personal, pues para continuar con ese crecimiento espiritual e ir a un profunda intimidad con él lo lograrás sólo si le buscas cada día; teniendo siempre un corazón dispuesto, rendido, entregado, una mente renovada y decidiendo amarle más que a tu vida misma.
Si, el amarle es una decisión, vivir en los ríos del Espíritu Santo es una decisión. Si realmente deseas ser un factor de avivamiento para tu nación e impactar vidas por lo que vean en ti, sólo lo obtendrás cuando pases tiempo con Aquel que lo hace posible.
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego de don de Dios que está en ti… 2a Timoteo 1:6