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Un paseo con Dios…

Andar en bicicleta está clínicamente comprobado que es una de las actividades más completas y universales para prevenir dolores de espalda, proteger articulaciones y mejorar el sistema circulatorio e inmunológico.

Estimula la liberación de endorfinas, los neurotransmisores de la felicidad. Reduce el estrés, la ansiedad y la irritabilidad.

Media hora diaria de bicicleta contribuye a reducir notablemente las visitas al doctor.

Mejora el ritmo de la presión arterial y reduce el riesgo de sufrir un infarto.

Ayuda a tonificar bíceps, cuádriceps, gemelos, cuello, glúteos y otros músculos. Al estimular la función pulmonar, los tejidos estarán mejor oxigenados.

Cuantos beneficios ¿no creen? Pero déjenme decirles que si incluyen en ésta actividad a Dios, será aún mejor.

Hace unos días salí a andar en bicicleta e invité a Dios. La experiencia fue por demás increíble y un momento también de intimidad. Mientras conducía iba platicando con él, pues de inmediato me hizo saber que estaba allí.

Me regaló una de las mañana más hermosas, no sólo su presencia, sino todo el ambiente a mi alrededor fue hermoso, vino sobre mí una paz, que sólo él sabe dar.

Cualquier cosa que realicemos en nuestra vida, no tendrá el valor que esperamos sí no está Él incluido en ella.

Te invito a que hagas lo mismo, dónde sea que vayas, hagas lo que hagas, lleva a tu mejor amigo, invita al Espíritu Santo a pasear contigo.

Te aseguro que Él hará la diferencia en cualquier actividad que hagas y en tu vida en general. Has la prueba. No sólo tu estado de ánimo Dios lo mejorará, te impresionarás al ver que tu resistencia estará al cien.

1ª Timoteo 4:7-8

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